Por: Mikel López Iturriaga
Siendo la cocina española tan buena, siempre me ha sorprendido la capacidad que ha tenido este país para destruir el cruasán. Cuando comes este incomparable producto en su forma original -es decir, en Francia- cruje un poco al morderlo, después sus láminas exteriores de hojaldre se deshacen en la boca y finalmente llegas a la mantequillosa, tierna y esponjosa masa del centro. Una cumbre del refinamiento en la bollería...(Sigue leyendo)
>Fuente: El País
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